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Carnada para Mosquitos

Imaginen esto. Salinas, 24:00, yo acostado en una hamaca cubierto por otra hamaca, siendo carnada para mosquitos, sin poder entrar al cuarto y sin comunicación con las personas que llevaban las llaves del cuarto. En otras palabras, jodido.

Mas o menos va así. Después de haber estado en regata todo el día mis compañeros de cuarto que son un poco bastante fiesteros, deciden ir a farrear en Salinas en algún lado que solo ellos saben donde esta y donde por alguna extraña razón es el triángulo de las Bermudas de la señal de celulares, donde se pierden los mensajes y las llamadas. Como estaba cansado y había en mi agenda mejores planes y compañía (sin desmerecer la compañía de ellos) me fui caminando a dar el encuentro con los mejores planes y la mejor compañía.

La pasamos muy bien con la mejor compañía, ejecutando los mejores planes que no teníamos, más bien los fuimos inventando al andar. Al contrario del resto de la tripulación (mis compañeros de cuarto) yo tomaba leche de vainilla, ellos ron con cola. Ellos bailaban con alguna desconocida probando suerte, yo jugaba carecaca con mi mejor compañía. Todo iba viento en popa hasta que se hizo tarde para seguir en la casa de la mejor compañía y me dirigí hacia mi humilde posada.

A llegar deben saber que era un hostal en la mitad de la vía a mar bravo donde si pasaba algún carro era con malas intensiones. Llegue y fue entonces que me di cuenta que no tenia como entra ni siquiera el complejo del hostal. Después de precipitadamente tomar decisiones al andar, salte el muro y al caer del otro lado enfrente el siguiente obstáculo; como carajos entrar al cuarto. Di vueltas y vueltas al cuarto que era nada más que cuatro paredes y una ventana con rejas de acero.

Decidí no hacerme problemas por que encontré las hamacas. Me recosté en una tratando conciliar el sueño y fui devorado momentáneamente por los más hijos de las moscas, los mosquitos. Uno tras otro intentaban robar mi sangre y uno a uno los fui aplastando. La genial idea vino a mi cabeza y tome otra hamaca como cobija y me heche a dormir sintiendo que no era más que la carnada más suculenta para esos hijos de las moscas, los mosquitos.

Finalmente a las cuatro de la mañana llegaron todos los que faltaban en desfile de marinos borrachos, pero las conversaciones que de ese día nacieron era tema de otra entrada.

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