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Mostrando entradas de enero, 2018

Mis Momentos Felices

-Mis, momentos felices Tata. No los tuyos- Empezó de esta manera la historia que me contaba uno de los más ilustres personajes de las páginas de Se Jodió El Paseo. En Capelo, una región del campestre Valle de los Chillos, existía una guardería “Mis Momentos Felices” a la que asistían los críos Del Hierro de varias sepas. Iban, como contaba uno de ellos, una mañana en el antiguo jeep del Kiko, y otra en el Suzuki Forza del Pablón. Eran cuatro los críos. En el viejo jeep, en el asiento de adelante conducía el Kiko y, en orden de estatura, no de edad, Anres, Rafa, ñaño Juan y nacho acompañaban; iban todos delante porque en la segunda fila viajaban cómodamente los tanques de la leche. Naturalmente en botas de caucho y cantando a viva voz -¡que pise el hueco, que pise el hueco!- ya que en los asientos desgastados del jeep cada bache ocasionaba que los niños salten hasta golpear el techo y evidentemente desencadene risas hasta que duela la panza. En cambio en el más pequeño Susuki, por mucho

Incongruencia

Estaba en Isabella en Galápagos. Eramos un grupo de unas 30 personas de unos 5 países. A media tarde, a la hora en que el hambre es veneno, decidimos ir en grupo al clásico local de comida costeña. El local era humilde, las mesas y sillas eran de caña, no había sino una sola mesa grande en forma de herradura, los que habíamos ido tomamos asiento y esperamos que llegue el mesero.  Para que haga sentido lo que les voy a contar, tienen que saber que entre las personas que estábamos había una notoria socialista del XXI, de la Revolución Ciudadana. Se tomó el tiempo de hacernos saber y resaber a todos que ella era parte del ese movimiento, acentuando en cada conversación, gesto y expresión su socialismismo, su revolución ciudadantez ¿Si me explico? Al llegar el mesero, con esa parsimonia que caracteriza a quienes nunca han tenido un apuro, una urgencia en la vida, nos supo explicar que a parte del menú que estábamos ojeando, podíamos pedir langosta. Una muy llamativa sugerencia del

Alguna vez... alguna

Alguna vez, alguna. Se despertaron con insomnio y lo único que querían era alguien con quien hablar, desahogarse. A quien contarle, sin que te diga que hacer; tus angustias. Alguien que no de consejos, alguien que escuche y no juzgue. Alguien que los acepte y los aprecie. Los ame y los reciba.  Alguien que sea su pañuelo sin secarles las despedida.  Su oido, su refugio su escapada. Le debo diez mil entradas en este blog a este sujeto que tantas carcajadas me ha pintado. Un infallable, un intachable un... ¡que carajos! Un hermano. Alguma vez, alguna... se preguntaron qué significa la amistad... pues sea los digo: es injuzgable, le fallas una vez, el te responde dos mil a uno. El campo, las vacas, los caballos y las motos... los cuentos de hadas, y buscas pero no encuentras el significado de amistad, amigo. Alguna vez, alguna, me pregunté... y la vida me respondió: Rafael Felices 30, yo ya te cojo y el Egas ya mismo.