El sabia que lo estaban mirando, lo juzgaban por no ser normal. Urlito el de la banca de al lado no tenia un ojo, Trapo de atrás no tenia un pie, Jactillo de adelante viraba su cabeza 361 grados sobre su dislocado cuello; y así cada chico en la sala de clases era tan normal como el de al lado. Menos el, el era completo.
Refugiándose entres sus cuadernos evadía hacer contacto visual. Los gemelos sordos hacían burlonas señas mientras la maestra sobre su silla de ruedas escribía en la pizarra. Empezó a transpirar mientras observaba las agujas de reloj marcar la hora del recreo; era hora de salir al patio. Fue el primero en salir ya que anormalmente podía caminar ágilmente sobre dos pies, abrir las puertas con dos manos, ver donde pisaba, escuchar la gente acercarse, y sentir la brisa del patio en su cara.
En el rincón más alejado de la puerta se sentó y esperó. Uno a uno fueron llegando los chicos normales, susurraban entre señas, y signos, lo humillaban por ser anormal.
Uno de ellos incluso alerto al resto del patio que no lo había visto aún.
-¡MIREN TODOS, HAY UNO COMPLETO QUE RECIÉN LLEGÓ!-
La alerta había sonado, no duraría mucho.
Poco a poco se fue formando un circulo enorme de estudiantes a su alrededor. Se fue cerrando entorno a él. Lagrimas brotaban de sus ojos, sus labios se partieron al momento que el líder de los normales le pegó una bofetada, es lo ultimo que recuerda de su primer día de clases.
Cuando entro al siguiente día llego a su mesa, puso sus muletas en el piso, se frotó el codo manco, y se colocó el aparato en el oído para atender a la clase.
Refugiándose entres sus cuadernos evadía hacer contacto visual. Los gemelos sordos hacían burlonas señas mientras la maestra sobre su silla de ruedas escribía en la pizarra. Empezó a transpirar mientras observaba las agujas de reloj marcar la hora del recreo; era hora de salir al patio. Fue el primero en salir ya que anormalmente podía caminar ágilmente sobre dos pies, abrir las puertas con dos manos, ver donde pisaba, escuchar la gente acercarse, y sentir la brisa del patio en su cara.
En el rincón más alejado de la puerta se sentó y esperó. Uno a uno fueron llegando los chicos normales, susurraban entre señas, y signos, lo humillaban por ser anormal.
Uno de ellos incluso alerto al resto del patio que no lo había visto aún.
-¡MIREN TODOS, HAY UNO COMPLETO QUE RECIÉN LLEGÓ!-
La alerta había sonado, no duraría mucho.
Poco a poco se fue formando un circulo enorme de estudiantes a su alrededor. Se fue cerrando entorno a él. Lagrimas brotaban de sus ojos, sus labios se partieron al momento que el líder de los normales le pegó una bofetada, es lo ultimo que recuerda de su primer día de clases.
Cuando entro al siguiente día llego a su mesa, puso sus muletas en el piso, se frotó el codo manco, y se colocó el aparato en el oído para atender a la clase.
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