¡Qué en paz descansen quienes en vida fueron las Fiestas de Quito!
Digo, no solo porque ya no existen sino porque ya se hubieran acabado dando la bienvenida a estas fechas confusas entre lo uno y lo otro. Lo uno porque ya no hay chivas, bandas o toros, y lo otro porque aun no empiezan las novenas, y sin embargo, ya están redecoradas las casas con árboles de navidad, giraldas y luces. Nacimientos, pesebres y cruces. Los chuchaquis festivos de inicio de diciembre se subrogan por reflexiones en mensajes en cadena que nos llegan en el grupo Familia en los celulares.
Aprovechen este limbo y recuperense, en poco arranca los adventos, novenas, cenas y amigos secretos. Las cuotas, el chancho solidario y los caramelos para los niños, guardando la reserva para las Viudas de fin de año. P...a que relajo. Cuando todo se haya acabado y el silencio nos permite recordad, a unos nos invade la nostalgia del abuelo que este año no cortará el pavo; a otros la alegría de tener que comprar este año, otro regalo. A unos se les hace un nudo en la garganta y a otros los ahorca.
Aprovechen el limbo dentro fiestas de Quito y navidad.
El primero de enero arranca el calendario en blanco sin alegrías, papelones, duelos, nacimientos, reencuentros o abrazos; y tratando de no ser otro estereotípico mensaje navideño, no prometo que dejaré de fumar indefinidamente o que entraré al gimnasio, realmente no prometo nada pero les dejo un afectuoso abrazo.
Si no es antes, nos vemos el otro año.
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