Oh no... ¡Mi mamá me compró zapatos nuevos! Mañana voy a tener que escapar de todos...
Hoy llegué temprano al colegio, pero no entré hasta que solo faltaran 2 minutos para que comiencen las clases. Esto me dará la oportunidad de evadir a mis amigos y mantener mi nuevo calzado intacto por lo menos hasta mañana.
-El Tata tiene zapatos nuevos!!!- grita el Mantilla
-¡¡Oh no!!- Corro hacia la clase
Es muy tarde, mis amigos sen han percatado del evento y están en mi persecución. Voy esquivando gente al correr por el pasillo, pero el suceso ha causado alerta en todas partes, nadie quiere que lleguen limpios mis zapatos a la primera clase. Prefieren llegar tarde antes que perdonar esta inhumana tradición. Me detienen bajando las escaleras.
-¡písenme después, estoy tarde a Física!-
No me oyen, están ensordecidos por la adrenalina que bombea por sus venas al tratar de aprovechar la oportunidad de pisotear a alguien y ensuciar su flamante calzado.
Empiezan a turnarse mientras dos me reprenden de la maleta, el resto en circulo me empiezan a pisar, -La Chicha! ¡La Chicha!- grita la maza; uno a uno me castigan mientras trato de esquivar los pisotones. Mis forcejeos son inútiles, son demasiados, no logro mantener mi calzado intacto.
Llego a la casa por la tarde.
¡¡Bernardo!! ¿¿Qué haz hiciste con tus zapatos nuevos?? ¡¡te los compre ayer y están puercos!!
¡¿¡¿¡Así es como cuidas las cosa que te compramos!?!?!
Mi mamá no entiende la severidad del evento. Una vez más soy víctima de las tradiciones infantiles que tienen jurisdicción en el patio del colegio.
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