Ir al contenido principal

Las cosas que pasan

De ley les ha pasado alguna vez que hacen cosas pequeñas y que solo a ustedes les parecen importantes y cuando las cuentan a otras personas les quedan viendo con cara de giles. Cosas simple e insignificantes como subir al piso 12, y después ir a comprar chicles pero en vez de ir al PB se van por las escaleras al 15 tratando de ir al techo del edificio para ver la vista. Esas son las cosas a las que me refiero. Cosas que solo a ustedes les significan algo y tal vez a la persona con la que hicieron eso. 

Cosas también como montar bicicleta sin manos lo más rápido posible sin tener el más mínimo apuro, solo por llegar antes que la otra persona que sabes que es más picada que tu. Cosas así que de ley les ha pasado. Cosas como ir a caminar por mar bravo y en vez de ir tomados de la mano, ir haciendo tropezar a la otra persona para llenarla de arena, y tres días mas tarde encontrar aún arena en la ropa. 

Esas cosas como ir a ver un perrito que le regalaron y que ese perrito llore todo el viaje y llene el carro de pelos y después aspirarlos ero dejar el carro sucio de todas formas solo para tener tiempo de jugar con el cachorrito. Esas son las cosas que pasan que uno al final del día sabe que fue un día productivo sin haber hecho nada. 

Pequeñas cosas como diría Juan Manuel. A veces son cosas mas elaboradas como las que antes les he contado como cuando puse en peligro las vidas inocentes de tantas personas por apagar un cigarrillo. Otras veces son más elaboradas como aguantarse la hipotermia y la puteada solo para concluir un paseito a caballo que muy mal nos fue a la final. 

Esas cosas se extrañan a veces pero lo bueno es que se pueden seguir haciendo aunque no sean el material más apreciado por los lectores, ya que solo una de todos los lectores entiende. 

En todo caso me acaba de llegar un mensaje de texto, en la entrada siguiente les elaboro sobre el tema jaja.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Qué chuchaqui...

De lo único que me antojaba anoche al salir del pequeño establecimiento era prenderme un cigarrillo, fumármelo en absoluto silencio. Oír la brasa  consumir lentamente el tabaco en la glacial noche quiteña. Procesar la intensidad, el enajenamiento de la realidad del cual había sido parte. Salía del teatro. Asistí a una producción llamada La Historia del Zoológico en la cual, no sé si el término es protagoniza o co-protagoniza el afamado Chunchi Zarumeño Mexicanizado. Quien en ocasiones anteriores fue participe de las líneas de este blog, y hoy, me compelo a titularizarlo por el más grande respeto y cariño que siento por él y el arte que siempre ha tenido a bien compartir conmigo. No no no, yo no soy crítico de teatro, tal vez, técnicamente algún sabido podría tener un criterio disparejo al mío. Guarden cuidado. No pretendo poner un rating a la obra o vender entradas. Pero imaginen un pequeño teatro, con demasiadas sillas y un escenario proporcional. La tensión se sentí...

Los mal intencionados

Debemos entender que en las despotricantes cadenas sabatinas, dominicales, u otras al antojo único del Presidente Correa, cuando él insulta, menosprecia, disminuye, apoda, o critica a algún pobre ser de la oposición, no debemos tomar estas como lo que son, sino como lo que pretende el Presidente con las mismas, crítica constructiva. Para que las personas a las que se refiere el Presidente puedan mejorar, crecer, madurar, enaltecer su intelecto y no sentirse mal o insultados. En cambio cuando alguien menciona la forma en que el Presidente se corta las uñas, se debe tomar, naturalmente como una injuria grave, gravísima, ultra grave, grave cum laude! Y no se nos ocurra hablar de la forma desbocada en la que se gobierna, o se toma decisiones, nunca jamás debemos decir que es equivoco, errático, reactivo. Debemos tener paciencia porque los niños son así. Son torpes. Están tratando de meter el bloque en forma de cubo, en el agujero e...

Zona de Confort Zero

Cansado del vaivén de hordas de gente colmando bares y discotecas se retiró meditabundo a celebrar introvertido el fin de año en el campo. Con más de una cuestión que quería despejar de su mente se decidió por un pequeño pueblo montañés. El menos acontecido de mis amigos -pensaba yo- hasta que un día a mediados de enero me llamó a contar avergonzado esta anécdota. Mientras me la contaba iba subiendo en el escalafón de historias que alguna vez fueron inmortalizadas en este blog. Esta anécdota superaba sin ningún esfuerzo la vez que fui rescatado en ambulancia de nieve en las Montañas Rocosas, aplastaba como a una hormiga cuando hice vomitar a una pequeña niña con el putrefacto aire que emanaron mis entrañas; y, a mi criterio empataba con la vez que etílico el taxista entregaba rendido las llaves para que conduzca alguien más en media Vía Interoceánica. Mientras leen, no traten de ponerle cara al personaje, disfruten de esta gran aventura. Habiendo leído los mejores...